
"Así de pronto amanecí en un inmenso corredor. Miré a ambos lados y vi solamente puertas, y en cada una de ellas grandes letras rezaban así:
ESTO NO ES UNA SALIDA."
N.V. - Mi Marilyn particular
Abrí los ojos y vi un número 7. Las luces del coche estaban encendidas, iluminando una esquina: blanco sobre negro, y una franja amarilla separándolos.
Pensé que no había llegado al garaje. Que me había salido en alguna curva. Que uno de los arcenes que pisé había sido el último, y que estaba en una especie de antesala del infierno: hangar número 7.
Alguien golpeaba el cristal de la ventanila. Gire la cabeza esperando encontrar la cara de algún extraño bedel. Bajé la ventanilla, y oí: "¿estás bien?"
No sabía que contestar. Me quedé callado. Obviamente no estaba bien. Cualquier sensación que pudiera tener en aquel momento distaba mucho de estar bien. Tenía la boca seca. El sabor de su piel mezclado con el del tabaco. Aparecieron sus enormes tetas en mi retina. Miré el reloj del coche. Eran más de las 8. Entonces empecé a comprender, y fui capaz de pronunciar penosamente un "sí, estoy bien", acompañado de un intento de sonrisa. A mi vecino debió parecerle insuficiente, o debió adivinar que no estaba bien. Se quedó esperando alguna pista más que le permitiera saber si estaba drogado, bebido, enfermo, o las tres cosas. Su pelo engominado y el cuello de su camisa bien planchada, no parecían mostrarse muy comprensivos. Me indicó que moviera el coche, y entonces me di cuenta de que estaba bloqueando la salida.